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LA HUCHA DE LOS DERECHOS

 

 

 

 

Llevamos bastante tiempo hablando de la hucha de las pensiones. Que si la hemos llenado los pensionistas con las aportaciones que fuimos haciendo en nuestra vida activa, que si hoy está casi vacía, que si su contenido se utiliza para otros menesteres diferentes para los que fue llenada etc. etc.

 

Yo entiendo que nunca ha habido tal hucha. Hasta donde yo llego, a los pensionistas siempre se les ha pagado con las cotizaciones de los activos que trabajan en ese mismo momento. A menudo con déficit y algunas veces con un déficit bastante elevado. Y considero que hoy seguimos prácticamente igual.

 

Bien es cierto que desde hace unos 10 años se viene produciendo un superávit en la relación ingresos/gastos de la Seguridad Social, cuyo montante (o parte de él) se está aprovisionando en una hucha que gestiona el Estado. Pero recalco, solamente el superávit. Realmente es una parte pequeña con respecto a lo que suman las aportaciones de los trabajadores en activo. El resto de las aportaciones del momento se utiliza, además de la propia gestión de la Seguridad Social, en pagar las pensiones de ese mismo momento. El saldo actual del fondo, de 60.000 millones de €, llegaría para el pago de algo mas de 6 meses de pensiones, pero nada más.

 

A todos nos gustaría que el fondo mantuviese un saldo de cientos y cientos de miles de millones de Euros, ojala, pero no es así y mientras se tengan que pagar las pensiones de los pasivos con las aportaciones de los activos de ese mismo momento, nunca habrá saldo significativo y creo que esa situación será eterna, sino peor.

 

Estos días venimos leyendo y escuchando en los medios de comunicación la inmediata reforma de nuestro sistema de pensiones, parece que las cosas han cambiado bastante desde 1920, año en el que se inició este sistema y en cual se estableció la edad de jubilación a los 65 años. Efectivamente, han cambiado mucho las cosas, en aquella época la esperanza de vida del hombre sobrepasaba en poco los 65 años y la mujer, aunque con mayor esperanza de vida, no trabajaba. Por lo tanto las pensiones de jubilación no se pagaban, de media, más allá de un año. El resto quedaba relegado a pensiones de viudedad, orfandad y alguna que otra invalidez.

 

Hoy las cosas afortunadamente son distintas, la esperanza de vida del hombre sobrepasa los 77 años y la de la mujer los 83. La tendencia es continuar subiendo y se espera que en algo más de una década y media, el hombre sobrepase los 80 y la mujer los 85. La demografía parece que tampoco corre en sentido favorable, pues también se espera que dentro de un par de décadas los mayores de 64 años sobrepase el 31% de la población. Todo son estimaciones, pero basadas en datos muy fiables.

 

Cómo arreglamos el futuro? Pues se nos cuentan varias medidas; una sería alargar en dos años la vida activa de los trabajadores; aumentar en diez, los años de cotización para el cálculo de la base reguladora y aumentar también en dos, los años necesarios para poder percibir una pensión (en este caso, el 50% de la base reguladora). Todo ello se implantaría de forma paulatina dentro de los próximos 10/15 años.

 

Pensando en ese futuro de10/15 años vista, efectivamente, parece que hay que tomar alguna medida, pero la que menos me gusta y aunque a mí prácticamente no me afecta, es alargar la vida activa en dos años. Creo que los 65 años es una edad adecuada para jubilarse y si puedes, disfrutar algo de esa situación a la que todo trabajador tiene derecho. Por lo tanto mi total oposición a tal medida.

 

Si resulta que sin esa medida no arreglamos adecuadamente el problema, pues creo que puede haber más medidas para tomar. Por ejemplo, alargar a 37/38 años los necesarios para percibir el 100% de la base reguladora. En este caso dejaríamos a voluntad de los trabajadores que a sus 65 años no tuviesen 37/38 años de cotización la posibilidad de continuar o no en activo, pero no forzosamente. De alguna forma rebajaría el monto total de pagos por pensiones.

 

Otra medida que en principio parecería justa sería calcular la base reguladora sobre toda la vida laboral, contemplando y premiando, en este caso, las largas carreras de cotización, o sea más de 37/38 años. No cabe duda que este supuesto rebajaría el gasto total en pensiones, quizá del orden del 20%, y que afectaría a todo el mundo, a cada uno en función de como hubiese sido su vida laboral.

 

Todas y cada una de las opciones enunciadas suponen, sin duda, una sensible pérdida de los derechos que actualmente veníamos disfrutando.

 

Todos queremos que la Hucha tenga un buen saldo, pero si no hay el suficiente tendrán que buscarlo. Por esas ya hemos pasado en muchas ocasiones, simplemente basta recordar la década de los 90 en las que el Gobierno financiaba parte de las pensiones con cientos de miles de millones de pesetas con cargo a los Presupuesto Generales del Estado. Y no pasó nada, todo se resolvió.

 

Es evidente que la única manera de mantener un buen saldo en la Hucha es con más aportaciones que reembolsos, para lo cual necesitaríamos aumentar la población activa lo máximo posible, cosa que por el momento se ve un tanto difícil.

 

Viendo lo que puede ocurrir en el futuro inmediato, a mi se me ocurre pensar que lo ideal sería que la hucha de las pensiones siguiese llena de derechos, o sea, como estaba hasta ahora. Si también hay dinero, mucho mejor, pero sobre todo derechos. Considero que poco vale que hubiese dinero si apenas me quedan derechos.

 

Didafer              Febrero / 2010

 

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